Nuestras madres son nuestras más preciadas, nuestra mitad más especial, nuestra vida, nuestra sangre, todo lo que nos alegra con su presencia, nuestra ausencia hace la mayor de las aspiraciones.
Mucho le debemos a nuestras madres que nos abrazaron con su amor infinito, que doblan incluso el espacio diciendo "No pises el suelo, te vas a dar frío", que lloran con nosotros ante nuestro más mínimo dolor, nos hacen olvidar todo cuando nos abrazamos, y que nos prepararon para hoy diciendo "Ese plato se acabará".
Seguimos siendo niños, aunque crezcamos como burros a los ojos de nuestras madres, que son los seres más sagrados del mundo que nos han temblado desde que éramos bebés. Describen lo que piensan de nosotros en cada momento con un amor tan ingenuo, tan hermoso y puro que recordamos una vez más lo afortunados que somos de tenerlos.
A medida que se acercaba el Día de la Madre, recopilamos esas hermosas notas escritas por madres algodoneras para sus hijos. Qué bueno que eres.